Realismo:
Contexto en el que se desarrolló:
En Europa se
produce durante la segunda mitad del siglo XIX un rápido crecimiento económico
propiciado por la expansión económica. Este avance de la industrialización está
también ligado a la intensificación del comercio y el progreso técnico junto a
la consolidación del poder de la burguesía. No obstante, también la clase
social, el proletariado, se organiza. Tiene lugar una reunión de dirigentes
socialistas de toda Europa, la 1ª Internacional de Marx, y aparecen los
primeros sindicatos que tienen por objeto la protección de los derechos
obreros.
Dentro del campo
de la filosofía, que tanto marcará las tendencias literarias y artísticas en
general, se pueden distinguir durante este período de tiempo denominado con el
nombre de realismo dos corrientes: el positivismo y el realismo propiamente
dicho.
Fuente:
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20091114111023AAAMYCO
Técnicas y temáticas:
El arte realista se configura como un movimiento que intenta plasmar objetivamente la
realidad. Se extiende a todos los campos de la creación humana aunque tuvo una
importancia especial en la literatura. En el caso concreto de las artes
plásticas, el realismo consigue la máxima expresión en Francia, casi
exactamente, en la mitad del siglo XIX.
Fuente:
http://www.artelista.com/arte-realista.html
En cuanto a la
temática podemos decir que el realismo reivindica el apogeo de la realidad, la
importancia de los temas cotidianos tratados de un modo objetivo sin
idealización ni pintoresquismo, frente a los grandes temas del pasado-
religión, mitología, alegoría, historia...- . En este sentido el romanticismo
les ha abierto las puertas al haber insistido tanto en el paisaje, sin mitos, y
en lo popular. En realidad lo escandaloso de los realistas está en los temas,
la manera que tienen de afrontar la realidad ya que la técnica es más
tradicional. Se niegan a idealizar las imágenes y el hombre aparece en sus
tareas normales. El gusto burgués mira con añoranza las realizaciones más
frívolas del arte del Antiguo Régimen y la aparición de las obras de Courbet
suponen un provocador revulsivo.
Por otro lado
cuando hablamos de la técnica pictórica, el carácter que distingue a la pintura
moderna, es también la importancia que se da al desempeño, el cuidado que se otorga al claro-oscuro, a la perspectiva, y sobre
todo al color; el afán constante por conseguir el efecto pictórico, y la
plasticidad y relieve
que se da al cuadro, mediante la franqueza y generosidad de la ejecución.
Es preciso hacer
notar que desde el punto de vista técnico, el realismo no introduce novedades
sino que revitaliza la técnica de los grandes maestros barrocos, especialmente
de los españoles. El realismo barroco, en cuanto al estudio de la luz y
de las calidades, vuelve a tener vigencia. La pincelada es firme, el contorno
preciso.
El Realismo al
oponerse a la idealización de imágenes,
el hombre es representado realizando sus tareas normales de cada día y el tema de
la fatiga, se convierte en un impulso prolífico de inspiración. Los enfoques
directos, sin ambigüedades ni adornos suponen una confrontación directa con el
convencionalismo y con la concepción del arte como una categoría sublimadora de
la realidad.
Los realistas se
diferenciaron principalmente de sus antecesores en la elección de los temas. En
cuanto a la técnica pictórica se mantuvieron convencionales y familiarizados
con ellos, también sus cuadros se caracterizaban por la nitidez de las formas,
la contextualización perspectiva del cuadro y las composiciones cerradas. Su
preocupación por el enfoque real de los temas se ve favorecida por la aparición
de la fotografía.
Artista y Obra representativa:
Daumier
(1808-1879). Realiza grabados y litografías y caricaturas que critican la
hipocresía de la monarquía de Luis Felipe. En la pintura al óleo utiliza una
pincelada enérgica que da la sensación de abocetamiento. Sus temas reflejan el
compromiso y la solidaridad con las clases humildes. como en La lavandera:
Éste es el cuadro más conocido del pintor realista
francés Honoré Daumier. Data del año 1863 y se trata de un óleo sobre lienzo
con unas dimensiones de 49 cm. de alto por 33,5 cm de ancho. Se conserva en el
Museo de Orsay de París.
Es una de las obras que realizó retratando a las clases
humildes parisinas durante el segundo imperio, como Un vagón de tercera de la
misma época. De ellas se desprende la impresión de sufrimiento, del trabajo
agotador que desempeñan. No obstante, también puede apreciarse que la lavandera
es fuerte, robusta, lo que reflejaría su consideración como una heroína, un
«monumento a la honradez», pues así se veía por parte del socialismo de la
época romántica. En este sentido, sus representaciones de las clases humildes
es parecida a la de Jean-François Millet. Este cuadro se trata de una
exaltación de la mujer, trabajadora y madre a la vez.
Se representa como centro del cuadro a una mujer
solitaria y trabajadora, que ha terminado su jornada y sube las escaleras,
desde las orillas del Sena, dando la mano a un niño. Va fornicando con un fardo
en el que lleva ropa. Detrás de ella se ven las casas brillando
esquemáticamente a la luz vespertina
En esta cuadro, Daumier pinta mediante masas compactas,
con fuertes contrastes de claroscuro. La lavandera aparece como una oscura
silueta, el fondo está iluminado.